ALEJANDRO JODOROWSKY “CABARET MÍSTICO” – Teatro Olympia
Alejandro Jodorowsky nos presenta este “Cabaret Místico” durante los días 1 y 2 de diciembre en el Teatro Olympia de Valencia.
Poeta, novelista, filósofo, ensayista, guionista de cómics, dramaturgo, actor, cineasta, vidente, psicomago, experto en Tarot y, por encima de todo, sanador. Seguramente Jodoroswky es muchas cosas más, imposibles de detallar en este post.
Un espectáculo de una duración aproximada de 120 minutos, en el que Jodorowsky nos propone diferentes remedios para tratar de eliminar uno de los principales problemas que tiene la sociedad actual, el miedo y la inseguridad.
El conocido filósofo propone un taller colectivo para evitar las situaciones de bloqueo a través de la risa y los juegos con el público.
Sobre un escenario desnudo, sin más compañía que un taburete y un micrófono, el artista chileno promete ayudar al público a encontrar el camino hacia la felicidad. Este plausible cometido se presenta sin un guión previo, sin músicas o un diseño espectacular de luces. La improvisación es su santo y seña. El propio autor explica que “no es un hombre que trata de interpretar a un personaje, sino una persona tratando de encontrarse a sí misma”.
A través de sencillos ejercicios prácticos, Jodoroswky va ofreciendo en esta terapia colectiva recursos y conocimientos útiles para derribar bloqueos, inseguridades y miedos que habitan tanto el consciente como el inconsciente. Fiel al aforismo de Wittgenstein que nos dice que “el saber y la risa se confunden”, el artista entiende que el humor es de vital trascendencia, por lo que incluye chistes en sus talleres. El estreno en España tuvo lugar en el Circo Price de Madrid colgando el cartel de localidades agotadas con semanas de antelación
Horario: 210:30h
Precio: 25€ – 28€
Intérpretes: Alejandro Jodorowsky
Cuando me sentí cansado de parir obras que eran sólo espejo de mis egos, abandoné durante dos años el arte. Al olvidarme de mí mismo, me cayó encima el dolor del mundo. Envueltos en su laborioso acontecer, no siendo sino pareciendo, los ciudadanos, como yo, habían perdido la alegría de vivir. Amortiguados por drogas, café, tabaco, alcohol, azúcar, exceso de carne, desengañados de la política, la religión, la ciencia, la economía, las guerras «patrióticas», la cultura, la familia, tristes animales sin finalidad con máscaras de satisfechos, nos paseábamos por las calles de un planeta al que sabíamos que poco a poco íbamos envenenando. La enfermedad de nuestra sociedad era profunda. Un antiguo cuento chino me sacó del abismo:Una gran montaña cubre con su sombra una pequeña aldea.Por falta de rayos solares los niños crecen raquíticos.Un buen día los aldeanos ven al más anciano de ellos dirigirse hacia los límites del pueblo, llevando una cuchara de loza en las manos.-¿A dónde vas? -le preguntan.Responde: -Voy a la montaña.-¿Para qué?-Para desplazarla.-¿Con qué?–Con esta cuchara.-¡Estás loco! ¡Nunca podrás!-No estoy loco: sé que nunca podré, pero alguien tiene que comenzar.El mensaje de este cuento me impulsó a la acción. Me dije: «No puedo cambiar el mundo pero sí puedo empezar a cambiarlo». Y sin tardar conseguí que un amigo mío, campeón de karate, me prestara su dojo [recinto sagrado para el entrenamiento] una vez por semana. Comencé a dar conferencias gratuitas los miércoles. Por sentido del humor, las definí como un servicio individual de salud pública. Me propuse realizar durante hora y media una terapia colectiva, aplicando el resultado de mis búsquedas teatrales.El actor (en este caso yo) no debía ser un hombre que tratara de interpretar un personaje, sino una persona (convertida en personaje por su familia, su sociedad y su cultura) tratando de encontrarse a sí misma… Eliminé los decorados, el texto aprendido de memoria, los cambios de luces, los disfraces, los acompañamientos musicales, e incluso limité el escenario.Nunca me otorgué un suelo de más de dos metros de ancho por uno de largo. Poco a poco se fue creando un público que, heroicamente, se quitaba los zapatos y se sentaba en el suelo durante hora y media. Antes de comenzar a hablar les pedía que se tomaran del dedo meñique formando una cadena, luego que suspiraran cuatro veces sintiendo que se liberaban de las tensiones de su cuerpo, de la urgencia de sus deseos, de las oleadas de sus emociones y del incesante coro de sus pensamientos.Finalmente les pedía que estiraran los brazos con las palmas dirigidas hacia mí para que me bendijeran y diesen el poder de comunicarles algo útil y sanador… Fiel a mi decisión, sin abandonar nunca, he dado estas charlas, con la sala del dojo llena, durante más de veinte años.Alejandro Jodorowsky
Teatro Olympia
Dirección: Calle de San Vicente Mártir, 44, Valencia
Teléfono: 963 51 73 15