“Körper”, de Sasha Waltz
La legendaria compañía teatral Schaubühne de Berlín, creada en los años setenta por Peter Stein, ofrece una programación online de lujo durante toda la cuarentena. Día tras día desde las seis y media de la tarde hasta medianoche publica la grabación completa de una de sus producciones, entre las que hay verdaderas joyas, que han marcado el desarrollo de la escena europea del último medio siglo.
Desde la monumental ‘Orestiada’ dirigida por Peter Stein hasta el ‘Viaje de invierno en el estadio olímpico’ de Klaus Michael Grüber, el ‘Hamlet’ de Thomas Ostermeier, el Lenin de Milo Rau y el Orlando que ha estrenado esta misma temporada Katie Mitchell, coproducido por los Teatros del Canal de Madrid.
La mayoría de los espectáculos son en alemán con subtítulos en inglés, pero hoy ofrecen uno para el que no se necesita saber idiomas porque es una pieza de danza: Körper, de Sasha Waltz. Para los políglotas o cualquiera que se atreva aun sin entender todo el texto, la semana continúa el miércoles con ‘El príncipe de Homburg’, de Heinrich von Kleis, dirigido por Stein; ‘Blasted’, de Sarah Kane, con puesta en escena de Ostermeier; ‘L’affaire de la rue de Lourcine’, de Eugène Labiche, dirigido por Klaus Michael Grüber, y el sábado ‘El ensayo‘ de Milo Rau. Nunca hubo tanto teatro europeo de altura al alcance de tu mano.
En esta impactante creación la coreógrafa alemana Sasha Waltz reflexiona sobre el cuerpo humano como materia. El espectáculo inauguró en el 2000 la nueva etapa de la Schaubühne de Berlín, un laboratorio creativo que busca un nuevo lenguaje teatral a través de un diálogo con danza y otras artes. En Barcelona contará con 11 de los 13 bailarines que estrenaron el original. Todos ellos participaron en la creación.
Körper es fruto de una larga investigación que dio origen a una trilogía que completan S, centrada en la sexualidad, y noBody, sobre la espiritualidad. El sentido de culpa alemán por el holocausto judío en la segunda guerra mundial es uno de los parámetros que marcan la obra. “Nos inspiramos en el Museo Judío de Berlín, donde trabajamos durante seis semanas cuando todavía el edificio estaba vacío de contenido”, recordó Waltz. El montaje también muestra el cuerpo humano como sistema orgánico y se interesa por la experimentación genética en una coreografía muy fragmentada. “No trabajo el cuerpo narrativamente, sino a partir de emociones”.